¿Amas al Señor Jesucristo?


     ¿Es importante considerar esta pregunta? ¿Es crítico tratarlo? Sí lo es. La Biblia dice que tu condición ante Dios es gravemente afectada por tu amor por el Señor Jesucristo. En 1Corintios 16.22, la Biblia dice, “Si alguien no ama al Señor, que sea anatema (maldito).” Ser pronunciado “maldito” por Dios es lo peor que podrías experimentar. ¡Ser condenado por él y separado de él para siempre es un horror! Es crítico considerar esta pregunta.
     Nuevamente te pido que consideres la pregunta ¿amas al Señor Jesucristo? Quizá respondas, “sí lo amo, ¿cómo no lo voy a amar? Todos aman a Jesús.” Pero ¿lo amas como amas a tu madre o padre o a tu hijo o a la persona más especial en tu vida? ¿Lo amas así? Quizá digas, “a nadie se le puede amar como a una madre.” Es cierto que el amor que uno tiene por su madre u otro familiar es especial, sin embargo, escucha lo que dijo Jesús, "El que ama al padre o a la madre más que a Mí, no es digno de Mí; y el que ama al hijo o a la hija más que a Mí, no es digno de Mí (Mateo 10.37).” Si somos sinceros con nosotros mismo diríamos que no nos nace amar al Señor Jesucristo de esa manera. La verdad es que nadie nace con un corazón que ama al Señor Jesucristo.
     Quizá consideras estas palabras como algo ofensivas. Pero, ¿qué sería más amable de mi parte, que evite la gravedad del asunto y te hable cosas suaves que te den una tranquilidad falsa, o que te advierta con la verdad para que puedas encontrar la solución? La Biblia dice, “Fieles son las heridas del amigo, Pero engañosos los besos del enemigo (Proverbios 27.6).” Creo que mejor es que te diga la verdad en amor aunque eso te duela por un tiempo.
      Si crees lo que dice la Biblia tendrías que concluir que el decreto de Dios hacia ti es que seas maldito. Espero que no seas como la mayoría de las personas que piensan, “si todos estamos en lo mismo, igual me da.” ¡No, no pienses así! Considera la severidad de lo que te comparto. Estamos hablando de no amar al Dios de los cielo y la tierra, el que dijo, “Porque Yo, el SEÑOR tu Dios, soy Dios celoso, que castigo la iniquidad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y muestro misericordia a millares, a los que me aman… (Éxodo 20.5-6)” Si continúas como estás irás a la perdición, a una condenación de terror bajo el castigo de un Dios celoso. Amigo, date cuenta que darle poca importancia al que te dio la vida y todo lo bueno que en ella hay le es un insulto enorme. No continúes en tu indiferencia hacia él. ¡Arrepiéntete! Corre a él en busca de misericordia. Él dijo, “al que viene a mí, de ningún modo lo echaré fuera (Juan 6.37).”
     Pero, ¿cómo puedo amarle? preguntarás. La Biblia dice que “nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero (1Juan 4.19).” Es imposible amarle sin que Dios te haga conocer el amor que él te ha mostrado. Por pecadores como tú, como yo, Dios quiso quebrantar a su propio Hijo Jesucristo, sujetándole a padecimiento. El Señor Jesucristo fue azotado, fue herido, fue abatido, fue molido, fue afligido llevando el castigo que personas como nosotros merecíamos. Dios cargó en su Hijo el pecado horripilante de los pecadores; en su amado Hijo en quien tenía complacencia, Dios cargó el pecado de personas que poca importancia le dieron a él. ¡Medita en esa clase de amor! Cuando llegues a conocer ese amor, tu vida cambiará por completo y dirás, “¡O, cuánto le amo!”