Un Dialogo Sobre el Cristianismo 

Introducción

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4

Capítulo 5

Capítulo 6

Capítulo 7

Capítulo 8

Capítulo 9

Epílogo
Capítulo 9: Irresistible

Juan pensaba en una sola cosa.  Se sentía tan cerca de esta nueva relación con Cristo.  Él no lo diría, pero le hubiera gustado poder extender las manos vacías y tomar esta salvación, no importe lo que cueste.  Casi deseaba irse ya.  Él había oído lo suficiente.  Estaba ansioso de luchar con estas cosas.  Había tensión en su interior, pero también había esperanza.

Miguel: Tenía un sentimiento profundo de que Dios no hubiera muerto por mí, de que no me aceptaría ahora que me veía como el pecador que realmente era.  Hay que recordar que me sentía realmente mal de mí mismo.  Supongo que pensé que sería algo así como una presunción que él invirtiera su vida en mí.

Juan: Creo que conozco esa sensación.

Miguel: Pero otra vez Eduardo me aclaró las cosas.  Él me dijo que todas las promesas en la Biblia eran ciertas, y podían ser creídas.  Me enseñó en al Biblia donde Cristo me invitaba a venir a él y donde decía que perdonaría a todos los que fueran a él.  Lo pensé detenidamente.  Lo pensé hasta que entró en mi entendimiento.  Cristo satisfizo la ley de Dios, yo no, ¡nunca en la vida!  Todos los que vinieron a Cristo antes de mí eran pecadores, a pesar de que sentía que yo era el más hipócrita de todos.  Hay tantas ilustraciones de tales pecadores que vienen a Cristo que finalmente sentía que yo podría estar entre ellos.  Fue en ese momento que oré seriamente sobre este asunto.

Juan: ¿Eso ayudó?

Miguel: No al principio.  Oré varias veces acerca de este asunto del arrepentimiento y la fe.  Lo trataba con mucha seriedad.  Yo no quería pasar por lo que había sucedido antes, cuando estaba equivocado acerca de todo esto.

Juan: No sé, Miguel. Todo esto en tu vida es bastante largo y complicado.  Sin embargo, pareces estar tan seguro y noto que eres diferente que los demás.  Pero ahora estás orando una vez más de lo mismo que habías orado antes en la iglesia donde saliste al frente.  No entiendo.  ¿Qué pasó?  ¿No pensaste en tirar la toalla?

Miguel: Pensé en eso un centenar de veces, pero es que no podía.

Juan: ¿Por qué no?

Miguel: No lo dejé porque no podía estar convencido de que lo que ahora entendía era una falsedad o una tontería. Yo sabía que era la verdad.  Me sentí como los discípulos cuando Jesús les preguntó si se iban a ir con todos los demás que dejaron a Jesús.  Pedro dijo: "Señor, ¿a quién iremos?  Tú tienes palabras de vida eterna.  Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente."

Así que no me aparté.  Puse toda mi esperanza en Cristo.  Me arrepentí y confié en él.  Y ahora entiendo que  Dios me ha recibido en su familia por causa de Cristo.  Así como mi suegro me aceptó en su familia a causa de su amada hija con quien me casé, Dios me ha aceptado en su familia eterna a causa de su Amado Hijo, Jesucristo el Señor.

Juan: Es obvio que tu vida es diferente.  Como lo has dicho, los verdaderos cristianos tienen corazones que anhelan obedecer a Dios y les encanta.  Puedo ver eso en ti.  No quiero decir que todo lo que has dicho tiene sentido para mí todavía.  Pero bastante se está aclarando.  Quiero pensar en todo esto.  Aun si quisiera, yo no creo que podría dejar de pensar en estas cosas.

La lluvia seguía cayendo a baldazos cuando Juan salió de la casa para ir al paradero.  Miguel subió las escaleras para ver a su esposa, que estaba tratando de dormir.  Le interésó la conversación que Miguel había tenido con Juan.  Hablaron un rato de las preguntas de Juan y luego oraron.  Sabían exactamente lo que estaba pasando con Juan.
back next

por Jim Elliff © Christian Communicators Worldwide ~ Usado con permiso