Un Dialogo Sobre el Cristianismo |
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Introducción Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 Capítulo 6 Capítulo 7 Capítulo 8 Capítulo 9 Epílogo |
Capítulo
6: Una Cosa Miguel tenía mucho más que decir de lo que había aprendido de su amigo Eduardo. Él continuó. Miguel: Eduardo también me llevó a Mateo 7.21-23, que dice: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca les conocí; apártense de mí, hacedores de maldad.” Eso me aclaró mucho. Muestra que hay personas sinceras que utilizan el nombre de Jesús y hacen algunas cosas religiosas, cosas sobrenaturales. Pero Jesús había dicho en el versículo antes de los que acabo de mencionar, "por sus frutos los conocerán." Y ahora él está diciendo que una mera profesión de fe no es suficiente, ni poderes sobrenaturales que pueden ser falsificados por Satanás. Un corazón nuevo, deberá evidenciarse por una vida obediente. Nadie va a llegar al cielo, sino "el que hace la voluntad de mi Padre en el cielo." Esa es otra manera de hacer hincapié en la idea de que un nuevo corazón que sigue a Dios es la verdadera evidencia de un hombre cambiado. Sabes, tenía un árbol de naranja en mi antigua casa. Daba unas naranjas pésimas en los primeros años, pero nunca dio limones. De igual manera, si una persona se llama a sí mismo “cristiano” y no produce el fruto de un cristiano, él no es cristiano, no importa lo que diga. Un cambio de corazón ama la obediencia. Y aunque el creyente es capaz de pecar y sí peca, peca por debilidad más que por la rebelión que antes tenía, o por la apatía, o por el pensamiento de que por su justicia propia Dios está impresionado con él. Cristo decía que sólo las personas que tiene el corazón nuevo entrarían al cielo. Realmente no conoce a los demás. Claro, él sabe todo acerca de ellos, pero él no los conoce, en una manera íntima, pues en lo profundo de sus corazones son infractores de la ley. Nada ha cambiado en ellos, excepto que ahora utilizan el lenguaje religioso. Toda esta realidad será una verdadera sorpresa en el futuro para esta gente religiosa. Me vi a mí mismo en todo eso. Yo había sido sincero, pero yo no conocía a Cristo. En lo profundo de mi corazón yo todavía era un transgresor de la ley. Pero al decir esto no quiero que me malinterpretes, todavía peco aun siendo un verdadero cristiano, pero en realidad hay una diferencia. Ojalá hubiera podido contarte mi historia, sin esta parte confusa, pero te lo he dado exactamente como sucedió. Tuve una partida en falso, supongo. |